miércoles, 2 de octubre de 2013

Hasta el día que lluevan pianos...



Puede ser, que este sentimiento de no-saber-dónde-encontrarMe venga, porque el Sol ya no calienta y se marcha demasiado pronto, enterrado entre las hojas secas. O tal vez lo sienta, porque se murió mi referente, mi pasado más feliz,y tu sabiduría no encontrará más recipiente que el recuerdo. O quizás, solo quizás, la causa sea el aceptar, que me rompió el caparazón la lluvia de pianos que comenzó cuando te fuiste, que no son los días sino lo dado en exclusiva lo que resquebraja el surrealismo y ya no hay tratamiento para tanto mutismo selectivo. O acaso la suma de las partes forman un todo distinto, que hace que hasta las luces naranjas pierdan la magia y la mitad de 122 sea 0...